El Oso Mexicano (Ursus arctos nelsoni) fue extinto en el año 1964. Era una subespecie del oso pardo.
Poseía nombres como “oso pardo mexicano” u “oso plateado”, mientras que en inglés se lo llamaba Mexican Grizzly bear.
Este era uno de los mamíferos mexicanos más grandes y pesados que existió. Presentaba un pelaje marrón rojizo, y sobre su cara se podía observar unas bandas de color plata, al igual que en partes de su cuerpo y patas. Sus orejas se mostraban en color negro.
El oso mexicano llegaba a medir hasta 1.83 metros y su peso alcanzaba los 318Kg.
La alimentación de este oso consistía en: frutas, plantas e insectos, también, en ciertas ocasiones consumía mamíferos pequeños y carroña.
Cada tres años daba a luz entre uno a tres ositos por camada.
Podíamos encontrarlo antes de su extinción en el norte de México, como también en el suroeste de los Estados Unidos (California, Arizona, Texas y Nuevo México. En México se ubicaba en las regiones montañosas pobladas de pinos y en las zonas de pastizales.
Los conquistadores europeos del siglo XVI fueron los primeros en entrar en contacto con el oso mexicano. Durante el siglo XIX los Estados Unidos fueron expandiéndose y comenzaron a habitar las áreas en donde esta especie vivía. En México también fueron perdiendo territorio por este mismo motivo, es decir, por la sobrepoblación humana.
Pero los europeos no llegaron solos, trajeron su ganado, el cual ocasionalmente era la alimentación del oso mexicano. Este motivo llevo a los pobladores a cazarlos y envenenarlos para que no maten al ganado.
En los años 30 ya no quedaban ejemplares en los Estados Unidos, y solo podía encontrarse en pequeñas áreas de México.
En 1960 vivían en México tan solo 30 individuos de esta especie, hasta su extinción total que sucedió en 1964.